De la escritura

Eréndira Corona
2 min readDec 29, 2022

Blandir el lápiz como una pequeña navaja. Utilizar el filo de las palabras para rasgar el silencio, pero no el que definimos como la ausencia de sonido, sino ese otro que por el contrario es todo ruido y que es ajeno a las ataduras del lenguaje. Hacer con este instrumento una delicada incisión para aliviar el exceso de realidad, beneficiándose con el resultado de la sangría.

Escribir es habitar el punto de una singularidad para intentar escapar por un instante de la máquina de movimiento perpetuo de las causalidades. Es extraviarse de manera oportuna y traer de modo casi involuntario al regreso, un tesoro camuflado. Uno que al ingresar a través del portal improvisado, vestirá necesariamente el disfraz de las palabras, símbolos y signos… ya que es así como nos hemos empeñado en comprender el mundo. Pero quien escribe, aunque a veces se siente tentado a creer que lo hace para poder coleccionar estas recompensas, solo está negando esa otra parte de sí mismo, la que reconoce que se vuelve adicto a esa sensación de libertad, a zambullirse en las entrañas de la nada, a zafarse por momentos los grilletes y sintonizar, con algo más que los sentidos, dentro de un océano de algo indecible que parece estar ahí desde siempre, algo más antiguo y primigenio que la misma realidad.

El lector por otro lado, quizás sea un ser más avezado que el escritor mismo, pues busca de manera más consciente el resquicio, la ruta de escape, las fisuras; y las colecciona entre sus volúmenes de libros. Recoge esos rastros del camino amarillo que los escritores han dejado esparcidos, para delinear su propio mapa. Le está concedido el don de hallar el tesoro detrás del tesoro. Para el que lee, la escritura más bien es como una cuerda, el hilo de Ariadna que le transmite vibraciones lejanas dejándole saber que hay algo más detrás de lo que nos es conocido. Las letras, las piedras que caen al estanque y el verdadero lector, quien detecta la disonancia y por tanto quizás quien esté más cercano a contemplar lo que hay del otro lado.

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Eréndira Corona

Engineer who likes to appreciate reality from its different perspectives like in a kaleidoscope, and has found in poetry and stories the perfect tool to do it.